domingo, 16 de marzo de 2014

Lo real y la escritura. http://www.nel-amp.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1354:un-real-y-la-escritura&catid=46:textos-de-conversaciones

Un real y la Escritura

Marcela Almanza (responsable), Julieta Ravard, Isolda Arango-Alvarez, Paulina Zamora

Varias preguntas han orientado este recorrido. Partimos de inquietudes como, ¿qué se escribe al final de un análisis? ¿Es una escritura de qué orden y qué implica lo que se escribe a lo largo de un análisis pero que también algo inscribe en la experiencia de un final?

¿Cuál es la diferencia entre letra y escritura? ¿De qué letra se trata? ¿Esta letra puede ser tocada y afectada por la incidencia del dispositivo analítico y la experiencia que éste supone?

Si algo se escribe al final del análisis es porque se toca un real singular, el de cada uno de los que llevan a término la experiencia. Escritura que logra bordear algo de un real indecible que ha comandado la vida de un sujeto a través de una letra de goce.

Empecemos diferenciando letra y escritura. En “La instancia de la letra”, Lacan se refiere a la letra como “la estructura esencialmente localizada del significante” (1) y continúa diferenciando entre el empuje a la significación y al sentido propio de la cadena significante en contraposición a lo propio de cada elemento que conforma esa cadena, en donde “ninguno de los elementos de la cadena consiste en la significación”. (2)

Sin embargo Miller, en su seminario “El ser y el Uno”, aclara que el significante del que se trata para Lacan al final de sus Escritos no tiene nada que ver con el significante de “La instancia de la letra”. Miller afirma que “se trata de un nuevo estatuto del significante, de un significante nuevo”…“significante separado de la significación”. (3) En este punto se entrevé otro estatuto posible del significante como elemento solo, y no en función de otro significante. ¿Podría decirse que este significante solo, que no remite a otro, que no insiste en el sentido, nos coloca en la perspectiva de esa letra de goce origen del síntoma de un sujeto?

Un análisis es una experiencia que comienza con algo imposible soportar. Para el psicoanálisis de orientación lacaniana, ese algo es la resonancia de lo real en un síntoma. Goce del síntoma, de ese goce que hay, y que no cesa de escribirse como necesario. En contraste a aquel goce que no hay ni habrá, aquel que no cesa de no escribirse y que permite a Lacan ubicar la presencia de lo real del lado de lo imposible, del lado del No hay relación sexual. Un real que a partir del Seminario 23 El Sinthome será formulado por Lacan como un real contingente, sin ley y sin orden, y que solo podremos alcanzar como fragmentos de real, como pieza suelta, pues “el estigma de este real como tal es no enlazarse con nada”. (4)

Entonces, la experiencia analítica aloja lo real como shock pulsional y el síntoma como acontecimiento del cuerpo que presentifica el Hay de lo Uno que contempla a la vez la acción del significante en el cuerpo y el dominio del goce.

En este punto, el sujeto aporta una respuesta: la fijación a un significante amo como forma de nombrar ese goce –fijación que anuda el significante al cuerpo real a través de una letra que se inscribe a la fuerza–. La elucubración fantasmática –que hunde sus raíces en el síntoma– vendrá como donación de sentido, revelándose “como un montaje, un aparato que puede ser situado como defensa contra el goce que queda, y que escapa a todo montaje para mantenerse en la iteración”. (5) Defensa contra lo real sin ley y fuera de sentido, ya que esa letra singular, por estar separada de la significación, es solamente causa de goce, pura repetición de lo mismo.

La demanda de análisis llega justo cuando esa defensa ante el encuentro traumático con lalengua fracasa y algo del goce se hace imposible de soportar. Es en ese punto del disfuncionamiento que produce el síntoma que se abre el único acceso posible a lo real. Síntoma cuya materia prima es aquella letra que se inscribió a la fuerza. Letra del síntoma. Real que insiste.

Dicha defensa podrá ser perturbada siempre y cuando el analizante crea en ese síntoma, en su síntoma.

La experiencia analítica será un trayecto, entonces, que por vía de lo simbólico y orientándose por lo real, accederá a esa letra de goce. Sin perder de vista la satisfacción que dicho síntoma aporta. El analizante en ese recorrido contingente, podrá aspirar a inventar una nueva forma de escritura con esa letra que advendrá allí donde eso se goza.

¿Cómo es esa operación de escritura que vuelve asible algo de ese goce? Dicha operación empieza con la palabra dicha bajo transferencia y en presencia de un analista. Palabra que irá mostrando, aunque a medias, aquellos significantes que determinaron al sujeto y sus efectos de goce en el cuerpo; exploración de lo que ya está escrito y se repite. No sin que ese acto de lo dicho sobre lo ya escrito, no tenga efectos de escritura novedosa. Esto es lo que, contingentemente, se escribe en un análisis y que a su vez hace evidente lo que de lo real es imposible de escribir.

Algunos testimonios de AE hacen referencia a una experiencia en donde un S1, solo, aparece sin lazo alguno con otro, sin el empuje a la significación ni al sentido. Aparece un S1 que hace una escritura distinta con esa letra de goce que escapa a cualquier intento de significación y que existe inclusive en el final, con la salvedad de que al final se logra una escritura inédita con esa letra. Dándole un destino de invención, ¿será en este punto donde algo de la diferencia entre escritura y letra podría ubicarse? La colega Araceli Fuentes plantea en uno de sus testimonios que “la experiencia de un análisis no es solo una exploración de lo que ya está escrito y se repite, sino también una exploración de lo nuevo que se puede llegar a escribir”. (6)

En este sentido, afirma que palabra y escritura no están separadas, pero que el goce que en un inicio se articula como síntoma “fue primero palabra dicha, y lo que puede dejar de no escribirse, y escribirse contingentemente, se escribe sirviéndose de la palabra. La palabra verídica bajo transferencia se deposita, tiene efectos de escritura”. (7)

Entonces, al nivel de la letra, yace eso que no cesa de no escribirse, pero llevar hasta sus últimas consecuencias una experiencia de análisis desemboca en una escritura inédita.

Ahora bien, siguiendo a Lacan en la Clase III de su seminario Aun, lo escrito es aquello que brota de la operación S(A) que se lleva a cabo en un análisis, a partir de que no hay la relación sexual, que hay un agujero en el conjunto de las significaciones. Eso escrito que brota no es para ser comprendido, ni leído. Miller  al respecto señala que se trata de una escritura de existencia y no de palabra, de ahí el empalme posible entre letra y escritura. Esta escritura del final de un análisis la llama también “trabajo de la letra”. (8)

Leda Guimarães en uno de sus testimonios, se refiere a la letra como el soporte de lo indecible, como aquello que se escribe e inscribe en un cuerpo vivificado por la satisfacción de un goce distinto al goce que quedaba capturado en la satisfacción mortificante de la significación fálica. (9) Se tratará de esa letra que dibuja el borde del agujero en el saber, lugar de un corte, de una tachadura que al escribir borra, que es algo que no cesa de no escribirse y que no representa al sujeto para otra letra.

Letra que escribe lo no representable del sujeto en su relación de goce con Das Ding para el Otro que no existe. Escritura sin intención de sentido. Es el analista el que sabe leer aquello que no cesa de no escribirse en lo dicho y es el analizante –pagando con una libra de carne– el que inventa una nueva forma de escritura. Trazo único que le permitirá saber hacer con esos restos irreductibles de su goce.

En el testimonio de Silvia Salman, podemos ubicar como “el hallazgo del significante “encarnada”, releva el encuentro contingente con una letra producida por el inconsciente”….”significante nuevo que nombra ese goce que restó, ese que es imposible de negativizar y que en su uso pone en acto un funcionamiento nuevo, al que podemos llamar sinthome”. (10)

Es allí donde aquél sujeto que se encontraba “ligado a un ciclo de repeticiones cuyas instancias no se suman y cuyas experiencias no le enseñan nada”, (11) se topará, no con la revelación del sentido de su síntoma sino con la confirmación del sinthome como acontecimiento del cuerpo, en tanto se goza. 
Al respecto, Patrick Monribot plantea que Lacan usa el término de letra para referirse al sinthome, invención que bordea la hiancia del goce femenino sin taparla… “Este Sinthome no expresa necesariamente un sufrimiento, pero llama a consentir este límite de la ‘curación-toda’. Los sucesos del cuerpo tratados por la cura participan de esta dialéctica entre curable e incurable”. (12)

¿Podría decirse que una vez desmontada la ficción en la que se sustentaba eso que se satisfacía en el síntoma, es posible acceder a otras satisfacciones, en la medida en la que no se busca mas La satisfacción, por saberse inexistente? Monribot, desglosa cómo pasa del fenómeno psicosomático, donde se produce un primer cambio de escritura, al síntoma como letra, donde adviene un segundo movimiento que permite la reducción del síntoma como metáfora, de donde se desprende el valor de letra de goce, como goce del viviente. Testimonia al respecto “este cambio de escritura, del fenómeno al síntoma, realiza un tratamiento, que podemos entender como una curación pero también como un tratamiento de texto… el acto analítico, participa de la cirugía de la letra”. (13)

Es sobre esa confirmación que se dará un encuentro contingente entre significante y goce que posibilitará una escritura novedosa para que aquello que era litoral, ahora sea posible anudar.

Existe entonces un real, y un tránsito posible de la repetición a la invención para aquél que llega a un final de análisis. Un real asible por medio de su escritura, absolutamente singular, que resta como saldo de la experiencia analítica llevada a término y que le permitirá al analizante anudar algo ya no del orden del sentido, de la repetición, sino algo del orden de lo novedoso. Invención que logra un sujeto con el arreglo que hace con su síntoma, con sus restos de goce, con su cuerpo. Invención de un significante nuevo, sin ninguna especie de sentido y que –tal como se lo plantea Lacan- quizás nos abriría a lo real. (14)

Se trata entonces de un escrito que no es para ser leído, que no se dirige a nadie, pero que puede ser transmitido a la Escuela. Punto en el que el dispositivo del Pase empujaría a una elaboración y un esfuerzo de transmisión sobre eso que se ha escrito, sobre esa nueva escritura, a pesar de que la misma escape a la proliferación de sentido. Sería entonces una transmisión que no intente educar o enseñar, sino más bien transmitir una mutación con respecto al programa de goce, sus vicisitudes y arreglos con eso de la pulsión de muerte que no cesa, que no se atrapa pero que puede escribirse o anudarse de forma inédita.

Al respecto, Leonardo Gorostiza señala “Años más tarde vino el sueño que precipitó el desencadenamiento del final. (…) El sueño que posibilitó otra invención, la invención de ese nuevo semblante, del significante amo de un goce singularísimo, y también una nueva alianza con ese goce. Un significante nuevo, situado por fuera de la función de representación y por ello índice del calce imposible entre lo verdadero y lo real.” (15) 
El sujeto del final de análisis adopta nuevos nombres, y de esto testimonian algunos AE: mundana, calzador sin medida, encarnada…

Son esos testimonios los que dan cuenta de esa reescritura que ya no remite a un S2, a otro significante. Algo parece trastocar la escritura del inconsciente.

El final del análisis, es también un punto de basta donde la libido debe poder fluir entre lo suficiente y lo satisfactorio.

Notas

1. Lacan, J., “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud”, Escritos 1, Siglo XXI, Buenos Aires, 1988, p. 481.
2. Ibid., p. 482.
3. Miller, J.-A., Curso de La Orientación Lacaniana, “El Ser y el Uno”, Clase VI, del 9 de marzo del 2011. Inédito
4. Lacan, J., El Seminario, Libro 23,: El Sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2006, p. 121.
5. Laurent, E., “De lo real en un psicoanálisis”,  http://www.congresamp2014.com/es/template.php?file=Textos.html
6. Fuentes, Araceli. “Un cuerpo, dos escrituras”. Letras Nº 2 Revista de psicoanálisis de la comunidad de Madrid- ELP.
http://letraslacanianas.com/index.php?option=com_content&view=article&id=59:un-cuerpo-    dos-escrituras&catid=14&Itemid=26
7. Ibid.
8. Miller, J.-A., Curso de La Orientación Lacaniana, “El Ser y el Uno”, Clase VIII, del 23 de marzo del 2011, inédito. 
9. Guimarães, L., “El encuentro con el goce femenino” en El Caldero de la Escuela, Marzo – Abril del 2001. pp. 34- 38. (Segunda Versión) .
10. Salman, S., “Anudamientos y desanudamientos del amor y el goce en la experiencia analítica”, Bitácora Lacaniana Nº 2, Grama, Buenos Aires, 2013, p. 99.   
11. Miller, J.-A., Curso de La Orientación Lacaniana, “El Ser y el Uno”, Clase VIII, del 23 de marzo del 2011, inédito. 
12. Monribot, P., ¿Qué curación del cuerpo en análisis? En www.nel-mexico.org  Sección textos online.
13. Ibid.
14. Lacan, J., Seminario 24, “L´insu que sait de l´une-bévue s´aile a mourre”,  clase del 17 de mayo de 1977, inédito.
15. Gorostiza, L., “Cuando la cópula se abre. Tres escansiones en el deseo del psicoanalista”, Letras Nº 5, Revista de psicoanálisis de la comunidad de Madrid ELP,  http://letraslacanianas.com/index.php?option=com_content&view=article&id=175&Itemid=53

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